Es una película protagonizada por Nicolas Cage, cuenta una historia real, marcada por miles de víctimas y una culpabilidad, que puede conducir al extremo, que desea hacer justicia.
La historia pone de relieve el drama durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial, pero más concretamente pone de relieve como el hombre puede estar indefenso a la maldad que se genera alrededor suyo.
El protagonista, junto con Cage, Tom Sizemore, Thomas Jane y Cody Walker entre muchos, es el USS Indianápolis, uno de los barcos más rápidos y témidos de la Marina de los Estados Unidos, que bajo el mando del capital Charles (Cage) pretender dar la batalla en el Pacífico.
En julio de 1945 el capitán y sus hombres son elegidos para una misión secreta. Esta misión consiste en llevar en secreto y sin ningún tipo de escolta una de las dos bombas atómicas que pondrán fin a la guerra.
Pero durante el viaje la USS Indinapolis es atacada por un buque, un submarino japonés. Después de esto la tripulación pasa interminables días en un mar de las filipinas infestado de tiburones.
La película dirigida por Mario van Peebles, es un tanto desconcertante tanto desde el punto de vista emocional como desde el punto de vista visual.
Es bastante evidente la influencia de dos películas en el director de esta, dos maestras la cinematografía reciente, Titanic y Sully. En el primer caso encontramos una referencia más que evidente en la forma en la que el barco se hunde con los militares dentro, momento en el cual es fácil observar la misma dinámica que se presenta la película Titanic; de la segunda, en cambio, tiene tomada la idea del amerizaje del avión y la necesidad del Estado de encontrar un chivo expiatorio para justificar lo que pasó.